El proyecto Nacional - Isaac Yuyo Rudnik


UN CAMPO DE IDEAS, DONDE GOBIERNAN MAS QUE DOS.
Aportes para el Debate nacional.
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OPINION: El proyecto Nacional en la encrucijada
Por Isaac Yuyo Rudnik

Los cuatro meses que lleva el conflicto generado por la elevación del impuesto a la exportación de soja, a través de la sanción de la resolución del poder ejecutivo que impone las retenciones móviles, dejan algunas enseñanzas que no deberíamos ignorar para el futuro mediato e inmediato del proyecto nacional.
Proyecto nacional con el que estamos comprometidos un conjunto de organizaciones políticas y sociales populares. Ya no es sólo una cuestión de aprender del pasado para prevenir sobre lo que nos puede llegar a pasar en el futuro sino tomamos tal o cual camino, no estamos hablando ni de historia ni de especulaciones sobre lo que se vendrá-ejercicio que siempre es indispensable realizar y que aquí encaramos brevemente-, sino que queremos expresar nuestra opinión sobre el duro presente que atraviesa la marcha del proyecto nacional, a la luz de los ataques sufridos por las minorías que se siguen sintiendo dueñas excluyentes de nuestros recursos naturales, y que no soportan ni siquiera compartir sus beneficios en aras de construir un modelo de desarrollo inclusivo para todos los habitantes de la Nación Argentina.
Las estrategias de las minorías
Las minorías que en la Argentina se apropiaron de las tierras mas ricas de nuestro territorio, asesinando masivamente a los pueblos indígenas, a los que no les dieron ninguna oportunidad de integración, ni nunca contemplaron como legítimos poseedores originarios que eran. De allí en adelante acopiaron una fecunda historia como constructores y defensores a ultranza de modelos políticos que ignoraron las aspiraciones de las mayorías populares.
El modelo político conservador del “voto cantado” que imperó mas de un siglo -1810/1916- sobre el que se desarrolló el modelo económico agroexportador del “Centenario”, hoy no por casualidad añorado por los dirigentes del paro agrario que soportamos, sólo pudo ser conmovido por las luchas encabezadas por la UCR que obtuvieron el logro del voto secreto. Esto permitió la llegada al gobierno de Hipólito Yrigoyen, encabezando una alianza abarcativa de un amplio espectro de sectores que incluían no pocos representantes del modelo conservador. El enorme consenso de Don Hipólito obliga a la oligarquía a ajustar su estrategia para recuperar el gobierno. Esta consiste en combinar la confrontación desde sus representaciones políticas naturales, con el fortalecimiento de relaciones con sus “amigos” que son parte del Yrigoyenismo, sobre los que ejercen todo tipo de presiones. El resultado es que cuando la UCR debe elegir su candidato para las elecciones de 1922, las alternativas son dos personajes de su ala conservadora: Melo o Alvear. En 1930 ya con Yrigoyen reinstalado en el gobierno después de haber ganado los comicios en 1928, la oligarquía encuentra el espacio político interno e internacional para ir por un camino mas contundente: el de los golpes militares, instalando a las Fuerzas Armadas ya no sólo como brazo armado, sino también como actor político decisivo, rol que cumplirá con mucho fervor a lo largo de cincuenta años. El yrigoyenismo sucumbe así ante los ataques de la oligarquía firmemente aliada al imperio británico y en acuerdo con los cómplices que actuaban desde dentro del proyecto nacional. Se inaugura la “década infame” en la que estos enemigos de la nación expresaron una y otra vez sus verdaderas ideas en forma desembozada: la de ubicarnos como colonia del imperio británico, la del modelo agroexportador desarrollado en función de las necesidades las potencias capitalistas del norte y en beneficio de las minorías nativas intermediarias, la de la Argentina para unos pocos ricos y unos muchos pobres y excluidos, la de un modelo político asentado en la represión, en la persecución y eliminación de los opositores.
Una serie de factores que van desde el cambio en el escenario internacional producido por la segunda guerra mundial, que debilita transitoriamente las riendas de sojuzgamiento imperialista como consecuencia del proceso de traslado de la hegemonía británica a la norteamericana, hasta la presión de las luchas que emergen de la miseria de millones de excluidos, pasando por el surgimiento dentro de las propias Fuerzas Armadas de un sector encabezado por el General Perón que promueve un modelo de desarrollo nacional, basado en una redistribución la renta agraria, coronan en la llegada del peronismo al gobierno en 1946. De ahí en adelante se desarrolla una democratización mucho mas sólida que la que habíamos conocido hasta entonces, no sólo porque de la mano de Eva Perón llega efectivamente el sufragio universal con la incorporación del derecho de las mujeres a votar, sino porque los derechos de los trabajadores, la recuperación de los recursos naturales, de la soberanía política y la independencia económica son consagrados en la constitución de 1949.
La oligarquía se repliega pero no abandona la pelea. Observa con odio visceral como la situación de posguerra valoriza las carnes y los granos, pero una parte sustancial de la renta producida se destina a la construcción del país industrializado con millones de trabajadores que viven dignamente y ven crecer a sus hijos sanos, con posibilidad de acceder al colegio y la universidad. Nuevamente desarrolla una estrategia con fuertes ataques desde afuera del movimiento nacional buscando erosionar el enorme consenso del general Perón, combinada con acciones con los cómplices de adentro, siempre en acuerdo con las potencias del norte, ahora ya claramente hegemonizadas por los EEUU. El golpe militar de 1955 encuentra al movimiento nacional desconcertado, dividido, y con una dirigencia que defecciona y no atina a ponerse al frente la pelea. La resistencia a la dictadura, “la resistencia peronista”, surge desde abajo, en las fábricas, en los barrios, creciendo en una larga gesta de casi dos décadas que abarca todas las formas de lucha, a diferencia de los supuestos dirigentes que traicionan –muchos de los cuales abrieron expectativas en la dictadura de Onganía- o desaparecen. El año 1973 es el año en el cual esa resistencia expulsa a la dictadura, dando paso a un corto período democrático que trae de regreso, primero al país y después al gobierno al general Perón. La oligarquía, las FFAA, la Embajada de EEUU, repiten la estrategia que les había dado resultado durante las cuatro décadas anteriores. Breve repliegue, fuertes embates, vínculos con los cómplices de adentro encabezados por el Lopezreguismo, prepararon el terreno para la dictadura que se inició en 1976, clara y explícitamente sostenida y promovida por las representaciones rurales –Sociedad Rural Argentina y Confederaciones Rurales Argentinas- que hoy dirigen la pelea contra la distribución de la renta agraria.
El regreso a la democracia en 1983 mostró las profundas heridas que nos infringieron siete años de una masacre sin pausas, mientras empezaban a hacerse sentir las consecuencias ideológicas de la ofensiva neoliberal encabezadas por la dupla Reagan-Thatcher, con una dirigencia radical encolumnada tras el posibilismo alfonsinista, que alcanzó a balbucear algunas tibias declaraciones pero que en los hechos después no se apartó del modelo de desarrollo iniciado en la dictadura. Ya con Menem en el gobierno se consumó de la manera más perfecta la estrategia de trabajar sobre los cómplices de adentro ensayada desde el Yrigoyenismo en adelante. Esta vez fue el propio Menem, un hombre del riñón del peronismo desde los `70, el más convencido impulsor de las políticas de y para las minorías, expresadas a través del neoliberalismo de los `90. Las visitas triunfales de Menem a la Sociedad Rural, el abrazo con Isaac Rojas –uno de los jefes notorios del golpe de 1955- la incorporación de los Alsogaray a la primera línea del gobierno con el beneplácito de la mayoría de la dirigencia peronista están frescas en nuestra memoria.
Nuestro presente
El gobierno de Kirchner iniciado en 2003, heredero de la implosión del 2001, inició el duro camino de la reconstrucción nacional, convocándonos a refundar la Patria. Muchas cosas importantes beneficiosas para los sectores populares se realizaron en poco tiempo, y se hicieron los primeros aprontes para construir el instrumento político indispensable para sostener y profundizar el proyecto alternativo al neoliberalismo. Aprontes que cobraron un impulso mayor cuando enfrentamos y vencimos a Duhalde en 2005. Sin embargo de allí en más en vez de avanzar empezamos a retroceder en el terreno de la construcción política. En vez de intentar desarrollar una organización renovada en dirigencia e identidad alejada de los compromisos con las minorías sostenedoras del modelo de los ´90, se reafirma a la actual estructura del PJ (copada en la mayoría de los casos por una dirigencia corrupta que con convicción contribuyó a administrar el modelo menemista) como el principal instrumento político de sostén al proyecto nacional.
Desde Libres del Sur advertimos una y otra vez sobre este craso error, dijimos con claridad que esa dirigencia no acompañaría esta etapa para la que Cristina señaló la lucha contra la pobreza como el principal objetivo. Y es así que cuando el gobierno anuncia la implementación de las retenciones móviles a la exportación de soja y la dirigencia agropecuaria encabezada por la Sociedad Rural manifiesta su tenaz oposición, varios gobernadores, diputados e intendentes incorporados recientemente al mas alto nivel de la conducción pejotista, deciden apoyar los “reclamos del campo” desnudando una vez mas su compromiso irrenunciable con los intereses de las minorías que se oponen a la continuidad del modelo redistributivo. Las manifestaciones fueron múltiples. Desde gobernadores e intendentes del PJ que se pronunciaron públicamente por la eliminación de las retenciones móviles y apoyaron las movilizaciones y los cortes de ruta que nos sumieron en el desabastecimiento, hasta legisladores del Frente para la Victoria elegidos recientemente en la presidencia de estratégicas comisiones en el parlamento nacional que votaron en contra del proyecto oficial junto a referentes de la propia “Concertación” que convocaron a apoyar al gobierno hace pocos días cuando ya se había desatado el presente conflicto.
El proyecto nacional en curso claramente se encuentra en una encrucijada. Para sostenerlo y profundizarlo necesitamos echar mano de algunas medidas impostergables como la instrumentación inmediata de un efectivo mecanismo de control de precios con participación popular que nos permita eludir la trampa de tener que enfriar la economía para frenar la inflación que día a día deteriora los ingresos de los más postergados. También la puesta en marcha de una reforma impositiva que grave la renta financiera; o algunas otras que permitan avanzar en la recuperación de nuestros recursos naturales como el petróleo y los minerales.
Para ello es indispensable que los movimientos populares comprometidos en el proceso de cambio, tengamos mayor protagonismo y participación en la construcción de las herramientas políticas y sociales necesarias. Lo decimos con claridad: si el Partido Justicialista es el principal instrumento político del gobierno vamos a tener serias dificultades, pues allí anidan focos de resistencia a la profundización del camino redistributivo. Allí hay dirigentes de todos los niveles comprometidos con las minorías y no con el pueblo.
Difícilmente podamos consolidar este modelo de desarrollo alternativo al neoliberalismo, sino construimos un instrumento político que excluya a los dirigentes que a cada paso nos traicionan mostrando sus compromisos con las minorías que se oponen a profundizar los cambios.

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